Hoy como cada día nos hacemos eco de la voz de miles de personas con diversidad, en concreto, personas con TEA. Digo como cada día porque nuestro trabajo que no lucha, pasa por sensibilizar a los profesionales de la educación, familias y sociedad en general sobre la realidad de estas personas, a lo que se enfrentan cada día desde que se levantan hasta que se acuestan durante toda su vida.
No, no hablo de lucha. Luchar implica que hay un frente opositor, un enemigo. No existe tal. ¿La ignorancia? podrías pensar, ¿la falta de empatía?, tampoco. No hay enemigo que valga salvo el que refleja tu espejo cada mañana. Esa imagen estática que se niega a ver la realidad, de otros sí, con ojos más humanos, menos extraños.
Esta no pretende ser una declaración más de las muchas que un día como hoy verás publicada en redes sociales. Mañana le toca a otro día “especial”. Marcamos el calendario con hitos cuando para cualquiera de nuestros horizontales, cada día es una aventura compartida con sus profesores, familias, terapeutas y aquel señor de la mirada airada del paso de peatones.
Hace unas semanas salía a la luz un caso triste donde a una persona con TEA se la “invitaba” a abandonar un autobús público por razón de su diversidad. Los detalles están en la prensa. Los servidores públicos, obligados por su profesión no aplicaron el protocolo correspondiente porque seguramente lo desconocían, seré benévola.
Muchos de nosotros nos metimos en este mundo de la educación y la diversidad por conciencia, por la llamada al deber de cambiar las cosas que no funcionan como deberían. En ocasiones escucho hablar de centros como el nuestro en términos monetarios, como que hacemos esto por dinero. Es evidente que es una profesión o acaso un docente de un colegio público ¿trabaja gratis? Nos centramos en lo absurdo enterrando años de formación, frustración, lágrimas de impotencia en muchas ocasiones porque sí, nos equivocamos y no somos infalibles. Hoy no toca hablar de esto, lo dejaré para otra ocasión.
Cuando te llegan noticias como la antes citadas, cuando te llegan comentarios sobre tu vocación, cuando ves la cara de un desconocido ante los movimientos involuntarios de un chico con TEA en un autobús me viene a la mente la palabra lucha. Me asolan pensamientos bélicos en muchos sentidos y me obligo a pensar de otra manera. Yo no tengo lucha alguna con nadie. No tengo tampoco deudas con nadie, institución o entes imaginarios. La única guerra que existe en mi es para no perder la esperanza de que algún día dejaremos de tener que exigir a nuestra sociedad, formada, con recursos, cosmopolita, marciana incluso ahora que está tan de moda buscar vida en otros eriales porque por estos lares, poco a poco nos la vamos cargando, igualdad, normalidad, inclusión.
No te voy a pedir que me mires con ojos tiernos, ni piadosos. No quiero que cedas tu asiento, ni le pagues a un niño con TEA un helado. Me llega con saber que coexistimos de igual a igual, con nuestras diferencias, tú del Dépor, yo del Celta , Coruxo o Ferrol. Las diferencias nos deberían unir para buscar un camino común de concordia, donde disfrutemos todos del espectáculo de la vida. Sería maravilloso, una quimera eso sí que en vez de ser nosotros, los horizontales azules quienes hicieran cada día gestos por y para alcanzar sus objetivos vitales, iguales a los tuyos querido lector/a, nos llamasen de entes públicos, privados de toda naturaleza para abrir sus puertas, ofrecer su apoyo más allá del 2 de abril, del 21 de marzo, etc. Por desgracia, en este día toca golpear una puerta enorme llamada sociedad con gran fuerza para que nos abran de una vez. Los años pasan y las oportunidades no llegan a todos / as. Me pregunto por el sufrimiento de muchos, por esos pensamientos lúcidos donde somos plenamente conscientes de los feos que en ocasiones, esta vida que nos ha tocado vivir, nos depara mientras esperamos día tras día por esa oportunidad laboral, por esa llamada de un compañero de clase para ir al cine, por esa falta de normalidad mientras la vida se consume lenta pero sin pausa.
Termino, hoy me extiendo, es un día especial, permitirme la licencia. Hemos tenido la gran fortuna de conocer en este complicado momento de nuestra existencia, a grandes profesionales del mundo de la educación, profesores implicados, luchadores. Por y para ellos nuestro eterno agradecimiento. También debo decir que son todavía muchos los centros donde la diversidad, por mucho documento que haya oficial, sigue siendo un conjunto de bonitas palabras sin trascendencia más allá del cajón donde están olvidadas. Como os decía en líneas anteriores, no tengo deudas con nadie y esa libertad de conciencia me permite celebrar que mi esperanza está más fuerte que nunca. Gracias a todos / as que pensáis en mi para ayudaros, apoyaros, formaros, gracias familias por vuestra confianza, gracias profesores / as por vuestra confianza y gracias a todos/as mis horizontales por todo lo que me enseñáis cada día.