La Voz de Horizonte Diciembre 2019–
Navidad y otras celebraciones. Es momento de familia, nieve en cañones, leds e ilusión. Es un buen momento para descansar y disfrutar de nuestros seres queridos aunque no tengamos muchas ganas de noches llenas de excesos. Somos gallegos y no entendemos de comidas ligeritas. En este mes siempre especial también hay hueco para otro tipo de celebraciones, “más grises”, llenas de azules y multitud de colores símbolos de una diversidad que todavía sigue siendo objeto de recelo por mucho que nos empeñemos en discursos políticamente correctos.
El 3 de diciembre se celebró el “Día mundial de la discapacidad”. Es cierto que hemos logrado muchos avances sociales, que las personas con diversidad cada vez tienen el acceso a la escuela y el trabajo más cerca, pero eso no quita que nuestra dignidad como personas con diversidad siga siendo pisoteada por la falta de sensibilidad, profesionalidad de no pocas personas con las que por desgracia nos seguimos encontrando.
Vemos congresos de educación llenos de entusiastas profesionales, las aulas de las escuelas de magisterio sin plazas, multitud de cursos tics y tacs y cualquier sigla que se os ocurra. Cientos de artículos de investigación, ensayos y proclamas de cargos políticos llenos de buenas intenciones. Luego la realidad nos sacude con aulas donde un docente quemado quema a sus alumnos / as, futuros; docentes cuyo conocimiento sobre la diversidad se reduce a una serie de apuntes; docentes muy capacitados con escasos recursos materiales y humanos de apoyo para poner en práctica una práctica docente inclusiva. Celebramos en diciembre la existencia de la diversidad como riqueza o mejor pensado, que las personas con diversidad intelectual, física…siguen siendo los grandes olvidados.
Para aquellos despistados, ¿sabéis cuál es el número de personas dependientes en nuestro país? 1.276.183 reconocidos (Grado I,II y III). ¿Cuántos están esperando por su valoración de dependencia? ¿Cuántos esperan recibir su pensión? Mientras el tiempo pasa, seguimos celebrando que todos estamos bajo el mismo paraguas. No es utopía sino una cuestión de ética y justicia. No podemos considerarnos una sociedad avanzada si no cuidamos a nuestros mayores, si no apoyamos a aquellos / as personas con diversidad que quieren tener una vida como la de cualquier otro. Podemos presumir de muchas cosas pero este 3 de diciembre por desgracia, una vez más, nuestras vergüenzas se maquillarán como una fiesta. Nuestra verdad no es incómoda porque se silencia o se transforma en una celebración que no levanta ampolla alguna.
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