Porque estaba claro que C. no era como las demás niñas. Como tampoco lo es su hermano, del que después de 2 décadas, sigo buscando respuestas oficiales, pero esa, sería otra historia muy larga que contar. En el colegio llegaron a calificarla de “retrasada” así, sin anestesia. TU HIJA TIENE UN CIERTO RETRASO MENTAL. ¿Perdón? ¿Estás hablando de mi hija? No tienes ni idea de educar, ni mucho menos capacidad de diagnosticar.
Mi hija fue maltratada sistemáticamente por un sistema educativo que, lejos de ayudarla, le ponía trabas. Se reían de su timidez, causándole un mutismo selectivo del que ha costado años empezar a sacarla. La humillaban dentro del aula, delante de los demás niños. Un cambio de colegio, hizo que empezásemos a rascar la superficie del problema, pero al año siguiente, un cambio de profesora, volvió a hundirla. Por suerte este año, un definitivo cambio a un maravilloso colegio, respetuoso, abierto y con una metodología totalmente inspiradora la está llevando a donde nunca hubiera imaginado que podría llegar.
Repito: MI HIJA FUE TRATADA COMO RETRASADA. No quiero imaginar lo que tuvo que pasar día tras día en un ambiente hostil, con su hipersensibilidad acústica y visual, luchando por no sentirse aislada. Aun así, no ha repetido ni un solo curso, lo cual me hace admirarla cada día más.
Imaginaos que todo cuanto leyerais estuviera escrito en inglés, del cual no sabéis mucho.
Mentalmente tenéis que hacer la traducción en vuestro cerebro, pasarlo a vuestro idioma, sintetizarlo, analizar lo que quiere decir la frase, para, posteriormente, contestarla en inglés otra vez.
Eso pasa en su cerebro, continuamente. Es un concepto muy básico de cómo actúa, solo que ella lee letras, que tiene que pasar a imágenes, a las que tiene que buscarle una respuesta (de nuevo en imágenes) y traducirlas a palabras. Mucho trabajo ¿verdad? Imaginaos esto con las tareas escolares y cotidianas. Es agotador solo pensarlo.
Tras el diagnóstico, no había mucho tiempo que perder. Ya bastantes años (11) habíamos perdido.
Confirmación del mismo por parte del neurólogo infantil y de la psiquiatra del Sergas y búsqueda de terapias adecuadas para ella. Encerrada en si misma, en su burbuja particular, sin amigos, sin vivencias. Cada día más aislada de todo y de todos. No podíamos continuar así.
Fui a ver dos posibles Centros. Había más, pero en el segundo, no tuve dudas. Una vez llegué a Horizonte Azul, terminó mi búsqueda. Primero, por el entorno. Sabía que le iba a encantar. Cerca de la playa, con un montón de césped fuera, respiraba libertad. Segundo, por Silvia. Imposible no enamorarse de ella a primera vista. Es la dulzura personificada y en cuanto hablé con ella, tuve la certeza de que todo iría bien. C. también sucumbió a sus encantos. Y a partir de ese día, se obró la magia.
Después de más de un año, los resultados son espectaculares. No podéis pensar que la terapia es como una clase extraescolar de piano, en la que dejas allí a tu hijo/a y esperas que la terapeuta haga todo el trabajo. Formamos todos parte de ella, y ahí es donde se nota que la terapeuta que has escogido es la persona idónea. Porque nos cambia a todos. Yo también he cambiado. Me he hecho infinitamente más paciente y compresiva, medito más las cosas antes de actuar, y hasta hemos realizado cambios sustanciales en nuestro hogar. ¡Porque todo influye! Y si no realizamos una actuación conjunta terapeuta-niño/a-familia la terapia en sí no funciona. Y ahí radica el éxito de
HORIZONTE AZUL, y su alma máter, Silvia. Porque sin ella, estaríamos perdidas todavía en un rumbo sin salida. ¿Con diagnóstico?, sí. ¿Con soluciones?, no. Gracias Silvia. Gracias HORIZONTE AZUL.
Patricia Osuna, madre de niña Asperger.